“María Moro apareció en nuestra vida en el momento justo. Acabábamos de comprar un piso en Madrid al que nos mudaríamos al regreso de nuestra estancia en Senegal. Pero la casa necesitaba una reforma y nosotros no estábamos allí para realizarla.
Afortunadamente la que sí estaba era María. Una profesional que ya había trabajado para varias personas de nuestro círculo cercano que nos dieron inmejorables referencias. Y decidimos hacerla una propuesta envenenada: ¿Serías capaz de hacer una reforma a nuestro gusto, en la distancia, sin que estemos presentes y con un presupuesto limitado? Pocas personas habrían aceptado el desafío pero María lo hizo con valentía y profesionalidad. Y además con una sonrisa.
Así que le enviamos unas llaves, los planos y las sugerencias de lo que nos gustaba. Tras cruzarnos infinidad de mails, fotos, videollamadas y mensajes, llegó el momento de viajar. Todavía hoy recuerdo el momento en el que entré en la casa. Y se me ilumina la cara al recordarlo. Sólo puedo dar las gracias porque en gran parte, gracias a ella, hemos sido una familia feliz en esa casa.”